Wednesday, February 15, 2006

Nuestros mundos los mundos

Por momentos es muy claro. Tan preciso, tan perfecto que asusta y se piensa ¿no estaré loco? Es como ver a una persona sentada en una loma, en la hora mágica, de espaldas y sol de frente semi-hundido ya en el horizonte. Acercarse y ver los gestos, el color de la piel, la ropa que lleva, los ojos, las manos y cada una de las arrugas, el pelo, las cejas, el temperamento de ese instante. Darse cuenta que ahí está, y que nosotros acá, del mismo lado, percibiendo cada rayo de luz, cada viento, cada parpadeo del sol, aunque jamás parpadee. Juntos, y otros allá. De aquel lado. Sin saber si ver o no ver, sin siquiera tener la posibilidad de subir a ver, o de bajar a ver. Y aunque nosotros tengamos las dudas de siempre, otros no las tienen nunca, lo cual es peor. Sin embargo se suceden tiempos difíciles y no es fácil dominar la claridad, el rumbo, la mirada.

Veo a mi alrededor y me siento espectador. No logro entender ciertas cosas por las que se preocupa la gente. Sin embargo puedo caer en el círculo de la mentira. Todo es, hasta no ser nada. Y cuando no es nada, entiendo y veo. Pero el círculo tiene mucha fuerza centrífuga, arrastra a esos actores generando una comedia/tragedia/tragicomedia/comitragedia/etc. Y como espectador me meto en el drama, en la risa y me transformo. Alguien más me ve. Siempre alguien nos mira. Un enorme ojo señoranillesco pero humano, humanísimo. Los otros que se mueven por el espejo, que se viven imitando (me incluyo en muchos casos, no se puede vivir desligando todo) como marionetas exóticas de un mundo de juguete, nos muestran el sendero. Camino que no seguiremos. Que no quiero seguir, yo y mi espejo.

Palabras siempre dichas, una y otra vez, con mi amigo Figari. La marihuana como parte de la vida, algo natural y benéfico, saludable para abrirse hacia otras percepciones del mundo. Bene para esas cosas es más accionador, púm, prende un porro delante de cualquiera. Siempre que el lugar sea legalmente ilegal, claro: un recital, nuestra casa, otras casas amigas. Entonces me daba cuenta, ayer, hablando con un pibe de 15 años (y dos chicas que andaban en otra sintonía) que el manejo de ciertos lenguajes y mundos, puede ser motivador de pensamiento de la gente que uno puede encontrarse en la calle, un árbol, el camping o la punta de un morro. Le decía que estaba convencido de los beneficios de la marihuana y otras drogas, que me hubiera gustado traer, pero me había olvidado y le pregunté si el fumaba. Me dijo que no, que no conocía a nadie que fumara y que por como yo hablaba no le sonaba como si fuera un adicto. Tal vez sea un adicto. Un adicto a ese placer que es fumar mientras se está mirando un río, una montaña, una hermosa mujer caminando en la playa. Un adicto a pensar, a teorizar, a decir, a repetir cuantas veces sea necesario, nada de ese “te lo digo una vez y nada más” tan autoritario y represivo. Así es mundo, soy un adicto a otros mundos, a este mundo que se pliega y se despliega ante los ojos. Por eso hay que comunicar los pensamientos, para poder compartir con otros, los mundos desconocidos.

Monday, February 13, 2006

Luneta

Hoy es un día de planos diferentes. Durmiendo entre las cejas y el lunes destrozando cualquier sueño. El sol afuera, el frío acondicionado adentro. Mi hermano tocando el piano, como desde adentro del piano, mimetizándose, desde adentro del dientudo piano tecloso. Desde la realidad, mi hermano tocando el timbre, desde afuera, despertándome, refunfuñando y clavándome los oídos, porque no sacaste la llave de la puerta. Así empezó el día, el día fucking lunes, de sueños y realidades.
A medida que avanza la mañana se forman las ideas, la conciencia, la vigilia atenta a las preocupaciones diarias que tan poco importan. Es difícil acomodar las cosas fundamentales cuando uno se despierta. Porque se piensa en los vencimientos, las facturas, el saldo en el banco y parece que eso es lo importante, lo urgente lo inmediato y lo que hay que hacer porque el tiempo apremia, la semana empieza, las cosas están atrasadas.
Y en realidad, yo vengo del sábado en la terraza, del domingo en el río. Nací en el viernes en Funes o el jueves en algún libro a las 11 de la mañana. Pero la novedad del lunes, me arrastra a ciertas mentiras que no son importantes, o que lo son para otros, mundos que me resultan ajenos y hasta repulsivos, la realidad versus el sueño.
Entonces todo es punzante, hasta agresivo a veces. Me cuesta manejar lenguajes que no son los míos y me cuestiono cada acto, me pregunto que estoy haciendo, como es posible que siga en este lugar, y ahí aparecen otros pensamientos, un poco más acuáticos y amarillos, que me tranquilizan y me hacen entender que es transitorio todo esto, y me relajo un poco más cuando puedo ver que las urgencias son otras, que los vencimientos no existen realmente, que el impuesto a las ganancias no algo que esté ligado a mi piel y a mis sentimientos, que es posible prescindir de todo esto, que puedo no involucrarme como a veces hago, que el sol sigue moviéndose o la tierra o yo mismo y que mirar como el sol cae en los bordes de la ventana, y la iluminación que produce la ventana o las flores del jardín tienen varios pétalos caídos que contrastan en el pastito cortado el fin de semana, son hechos fundamentales y que me conciernen y me interesan y me importan. Es ahí cuando vuelvo a ser yo, y el lunes deja de ser lunes. Eso pasa generalmente llegando al mediodía, hora en que se puede oler la comida, respirar hondo y acomodarse para un tarde más entretenida y placentera, de mates y charlas, de menos números y mejores horizontes y otras fronteras.

Tuesday, February 07, 2006

Volviendo sin saber

Y vuelve a pasar de nuevo, inesperadamente. Mi hermano buscando el pasaporte, un cajón, otro cajón y salen las fotos tiritando. El "uh" de rigor ante el encuentro de semejante trozo del pasado y uno no sabe cómo pero ya volvió y se vió. Feo, ese "no-yo" que era el que no soy hoy, pero en alguna intersección tal vez, sí. Esos anteojos, esas rodillas, esos ojos de quince años o dieciséis.
No es posible entender pero se siente, vuelven los temores y las incertidumbres, la novedad del viaje y la arenas bajo los pies, bajo el alma brillante. Una fogata y seguro gente más grande, la timidez en las manos, la actitud de un adulto, la postura física y ni siquiera el pucho para demostrar algo que en realidad no, que se nota, pichón.
Sin embargo por ese entonces muchas cosas se gestaban. Cuestiones creativas, ideologías, maneras de mirar un árbol, cierta foto que pretende un ángulo original (a pesar de la luz que no acompaña). Se nota la búsqueda de algo, que persiste hasta este ahora, ese algo de formas, imágenes y variantes, un termo y clericó y dormir en la playa, independencia y aventura. En las fotos, aparece la juventud de mis amigos, la mía misma, raros y jóvenes. Fuera del tiempo.
Como yo en esa foto que no soy yo sino otro pibe, uno que buscaba entender, como hoy pero sin la necesidad de estar obligado a tener ciertas fuerzas como la de los Jedis, como la fuerza que ahora tengo y que necesito para seguir. La fuerza de las palabras, rayos vertiginosos a la tierra madre, la fuerza de los amigos, algo que allí en esa época extraña de mi viejo joven, se gestaba.
Y ayer volvió a pasar. Un tremendo dejà vu en medio de la película "El amor, primera parte". Una relación de pareja, los inicios, los maravillosos meses de conocimiento y despertar, la conquista de un nuevo mundo-mujer y la suavidad y la convivencia, lo bello de lo cotidiano, los primeros celos, las peleas, las reconciliaciones, los cuestionamientos, las incopatibilidades, el sexo (casi me largo a llorar en esa escena), el "no va más" del crupier y así hasta el final, hasta que uno no da más. Y el otro tampoco. Y dar ya no es dar, sino pedir, y no se puede pedir más.
Y volvieron las imágenes, raras. Y sentí ciertos vientos, raros. Y el equilibrio se dio preciso, las mismas ganas de estar solo que de estar acompañado.

Monday, February 06, 2006

Pensamiento de Amílcar

Está garantizado, puedo viajar a través del tiempo, sin máquinas, sin sustancias ni meditación como en aquella película que me gustaba tanto, donde trabajaba el célebre actor que supo hacer de Superman, ¿cómo era el nombre? Christopher Lambert, maybe.
Me sucedió, hace un minuto, estaba en el baño, leyendo y de golpe, estaba de novio con mi primer novia (no vale la pena nombrarla), viviendo en la casa de Ana, ilusionado porque mis letras avanzaban, estaba escribiendo, teniendo la sensación de seguridad del camino elegido, el taller literario, la carrera de Letras, la ilusión, la farsa. Pero convencido, leyendo un pasaje de Rayuela, lo sentí recién. Esa época del libro El Perfume, de Sábato, de Nabokov, de otros libros y autores que fui olvidando a medida que la relación se desvanecía. También ocurría Gelman en esa época, el librito de los 53 poemas. Y anoche sin poder dormir, en Funes, por los mosquitos y soñando con ayeres. Es extraño que vuelva el pasado cuando estoy tan ocupado pensando en el futuro. O mejor, armando el presente para el futuro. Una charla minimamente literaria, me puso la reversa en las agujas del reloj y recordé sin saber, y ahora, hace un instante, en el baño, la vuelta a lo que tiempo atrás sucedió. Y en breve llegará el frío y otras sensaciones. Es increíble estar pensando en el invierno en pleno febrero. Pero va a pasar. La primera vez que tenga que ponerme unas zapatillas el invierno habrá llegado anticipadamente, con esa sensación de futuro que últimamente ocurre alimentada del pasado. ¿Qué está por venir? ¿A que parte del pasado viajaré en el futuro?