Volviendo sin saber
Y vuelve a pasar de nuevo, inesperadamente. Mi hermano buscando el pasaporte, un cajón, otro cajón y salen las fotos tiritando. El "uh" de rigor ante el encuentro de semejante trozo del pasado y uno no sabe cómo pero ya volvió y se vió. Feo, ese "no-yo" que era el que no soy hoy, pero en alguna intersección tal vez, sí. Esos anteojos, esas rodillas, esos ojos de quince años o dieciséis.
No es posible entender pero se siente, vuelven los temores y las incertidumbres, la novedad del viaje y la arenas bajo los pies, bajo el alma brillante. Una fogata y seguro gente más grande, la timidez en las manos, la actitud de un adulto, la postura física y ni siquiera el pucho para demostrar algo que en realidad no, que se nota, pichón.
Sin embargo por ese entonces muchas cosas se gestaban. Cuestiones creativas, ideologías, maneras de mirar un árbol, cierta foto que pretende un ángulo original (a pesar de la luz que no acompaña). Se nota la búsqueda de algo, que persiste hasta este ahora, ese algo de formas, imágenes y variantes, un termo y clericó y dormir en la playa, independencia y aventura. En las fotos, aparece la juventud de mis amigos, la mía misma, raros y jóvenes. Fuera del tiempo.
Como yo en esa foto que no soy yo sino otro pibe, uno que buscaba entender, como hoy pero sin la necesidad de estar obligado a tener ciertas fuerzas como la de los Jedis, como la fuerza que ahora tengo y que necesito para seguir. La fuerza de las palabras, rayos vertiginosos a la tierra madre, la fuerza de los amigos, algo que allí en esa época extraña de mi viejo joven, se gestaba.
Y ayer volvió a pasar. Un tremendo dejà vu en medio de la película "El amor, primera parte". Una relación de pareja, los inicios, los maravillosos meses de conocimiento y despertar, la conquista de un nuevo mundo-mujer y la suavidad y la convivencia, lo bello de lo cotidiano, los primeros celos, las peleas, las reconciliaciones, los cuestionamientos, las incopatibilidades, el sexo (casi me largo a llorar en esa escena), el "no va más" del crupier y así hasta el final, hasta que uno no da más. Y el otro tampoco. Y dar ya no es dar, sino pedir, y no se puede pedir más.
Y volvieron las imágenes, raras. Y sentí ciertos vientos, raros. Y el equilibrio se dio preciso, las mismas ganas de estar solo que de estar acompañado.
No es posible entender pero se siente, vuelven los temores y las incertidumbres, la novedad del viaje y la arenas bajo los pies, bajo el alma brillante. Una fogata y seguro gente más grande, la timidez en las manos, la actitud de un adulto, la postura física y ni siquiera el pucho para demostrar algo que en realidad no, que se nota, pichón.
Sin embargo por ese entonces muchas cosas se gestaban. Cuestiones creativas, ideologías, maneras de mirar un árbol, cierta foto que pretende un ángulo original (a pesar de la luz que no acompaña). Se nota la búsqueda de algo, que persiste hasta este ahora, ese algo de formas, imágenes y variantes, un termo y clericó y dormir en la playa, independencia y aventura. En las fotos, aparece la juventud de mis amigos, la mía misma, raros y jóvenes. Fuera del tiempo.
Como yo en esa foto que no soy yo sino otro pibe, uno que buscaba entender, como hoy pero sin la necesidad de estar obligado a tener ciertas fuerzas como la de los Jedis, como la fuerza que ahora tengo y que necesito para seguir. La fuerza de las palabras, rayos vertiginosos a la tierra madre, la fuerza de los amigos, algo que allí en esa época extraña de mi viejo joven, se gestaba.
Y ayer volvió a pasar. Un tremendo dejà vu en medio de la película "El amor, primera parte". Una relación de pareja, los inicios, los maravillosos meses de conocimiento y despertar, la conquista de un nuevo mundo-mujer y la suavidad y la convivencia, lo bello de lo cotidiano, los primeros celos, las peleas, las reconciliaciones, los cuestionamientos, las incopatibilidades, el sexo (casi me largo a llorar en esa escena), el "no va más" del crupier y así hasta el final, hasta que uno no da más. Y el otro tampoco. Y dar ya no es dar, sino pedir, y no se puede pedir más.
Y volvieron las imágenes, raras. Y sentí ciertos vientos, raros. Y el equilibrio se dio preciso, las mismas ganas de estar solo que de estar acompañado.
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