Luneta
Hoy es un día de planos diferentes. Durmiendo entre las cejas y el lunes destrozando cualquier sueño. El sol afuera, el frío acondicionado adentro. Mi hermano tocando el piano, como desde adentro del piano, mimetizándose, desde adentro del dientudo piano tecloso. Desde la realidad, mi hermano tocando el timbre, desde afuera, despertándome, refunfuñando y clavándome los oídos, porque no sacaste la llave de la puerta. Así empezó el día, el día fucking lunes, de sueños y realidades.
A medida que avanza la mañana se forman las ideas, la conciencia, la vigilia atenta a las preocupaciones diarias que tan poco importan. Es difícil acomodar las cosas fundamentales cuando uno se despierta. Porque se piensa en los vencimientos, las facturas, el saldo en el banco y parece que eso es lo importante, lo urgente lo inmediato y lo que hay que hacer porque el tiempo apremia, la semana empieza, las cosas están atrasadas.
Y en realidad, yo vengo del sábado en la terraza, del domingo en el río. Nací en el viernes en Funes o el jueves en algún libro a las 11 de la mañana. Pero la novedad del lunes, me arrastra a ciertas mentiras que no son importantes, o que lo son para otros, mundos que me resultan ajenos y hasta repulsivos, la realidad versus el sueño.
Entonces todo es punzante, hasta agresivo a veces. Me cuesta manejar lenguajes que no son los míos y me cuestiono cada acto, me pregunto que estoy haciendo, como es posible que siga en este lugar, y ahí aparecen otros pensamientos, un poco más acuáticos y amarillos, que me tranquilizan y me hacen entender que es transitorio todo esto, y me relajo un poco más cuando puedo ver que las urgencias son otras, que los vencimientos no existen realmente, que el impuesto a las ganancias no algo que esté ligado a mi piel y a mis sentimientos, que es posible prescindir de todo esto, que puedo no involucrarme como a veces hago, que el sol sigue moviéndose o la tierra o yo mismo y que mirar como el sol cae en los bordes de la ventana, y la iluminación que produce la ventana o las flores del jardín tienen varios pétalos caídos que contrastan en el pastito cortado el fin de semana, son hechos fundamentales y que me conciernen y me interesan y me importan. Es ahí cuando vuelvo a ser yo, y el lunes deja de ser lunes. Eso pasa generalmente llegando al mediodía, hora en que se puede oler la comida, respirar hondo y acomodarse para un tarde más entretenida y placentera, de mates y charlas, de menos números y mejores horizontes y otras fronteras.
A medida que avanza la mañana se forman las ideas, la conciencia, la vigilia atenta a las preocupaciones diarias que tan poco importan. Es difícil acomodar las cosas fundamentales cuando uno se despierta. Porque se piensa en los vencimientos, las facturas, el saldo en el banco y parece que eso es lo importante, lo urgente lo inmediato y lo que hay que hacer porque el tiempo apremia, la semana empieza, las cosas están atrasadas.
Y en realidad, yo vengo del sábado en la terraza, del domingo en el río. Nací en el viernes en Funes o el jueves en algún libro a las 11 de la mañana. Pero la novedad del lunes, me arrastra a ciertas mentiras que no son importantes, o que lo son para otros, mundos que me resultan ajenos y hasta repulsivos, la realidad versus el sueño.
Entonces todo es punzante, hasta agresivo a veces. Me cuesta manejar lenguajes que no son los míos y me cuestiono cada acto, me pregunto que estoy haciendo, como es posible que siga en este lugar, y ahí aparecen otros pensamientos, un poco más acuáticos y amarillos, que me tranquilizan y me hacen entender que es transitorio todo esto, y me relajo un poco más cuando puedo ver que las urgencias son otras, que los vencimientos no existen realmente, que el impuesto a las ganancias no algo que esté ligado a mi piel y a mis sentimientos, que es posible prescindir de todo esto, que puedo no involucrarme como a veces hago, que el sol sigue moviéndose o la tierra o yo mismo y que mirar como el sol cae en los bordes de la ventana, y la iluminación que produce la ventana o las flores del jardín tienen varios pétalos caídos que contrastan en el pastito cortado el fin de semana, son hechos fundamentales y que me conciernen y me interesan y me importan. Es ahí cuando vuelvo a ser yo, y el lunes deja de ser lunes. Eso pasa generalmente llegando al mediodía, hora en que se puede oler la comida, respirar hondo y acomodarse para un tarde más entretenida y placentera, de mates y charlas, de menos números y mejores horizontes y otras fronteras.
4 Comments:
Me siento tan desgastado a veces, y sin hecharle la culpa a nadie, me pregunto ¿cómo es posible que yo siga acá? ¿Qué cosas son las que me atan tanto? ¿El dinero? ¿Las relaciones? ¿La dependencia? Es dífícil ver, pero las rendijas se entreabren y uno atisba como un maldito conejo su zanahoria.
A vos se te pasa rápido. Digamos que el lunes al mediodía ya estas "curado" de esos pensamientos. A mi me dan cada mañana: ¿que estoy haciendo?. No se me los vencimientos, pero convivo con ellos.
Tengo ratitos en que soy yo, en que hago lo que me gusta y son muy felices. Tengo otros momentos en que hago nada y también son felices.
Pero sabes que... a pesar de esos pensamientos y de que a diario suelo aburrirme un poco con algunas cosas, tengo claro que estoy haciendo lo que quiero, lo que elegí.
Saludos.
Se entendió algo de lo que quise decir?
Donde dice: "no se me los vencimientos" debía decir: "no se me olvidan los vencimientos"
Ups, me olvidaba... vio que lo traté de vos?
Se entendió perfecto, vos... digo, usted... en fin.
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