A la mierda la literatura
Retomar el diario – 08 de Marzo (uff, pasa el tiempo)
Hoy es uno de esos días de sueño, tremendo sueño y ganas de dormir hasta mañana, aunque sean las cuatro de la tarde. Y es un día de recuerdos y memorias que aparecen en el presente a través de actores del pasado. También actores que hace tiempo están y que (supongo) seguirán estando toda la vida.
Tal vez, en los inicios de los primeros fríos otoñales (aunque aún no ha comenzado calendariamente) me sorprenden sensaciones o pensamientos nostálgicos y de golpe todo vuelve. Me llamó ....... (aunque en el último tiempo lo venía haciendo) y me dijo algo relacionado a que todavía se acuerda mucho de mí, que sueña conmigo y que me extraña. 22 de Marzo (es evidente que no puedo retomar el diario)
Sin embargo, cuando abrí este documomentito de Word, descubrí una similitud. El sueño de anoche hablaba del pasado. Estábamos (nunca sé quienes, pero no estaba solo, después, más adelante se sabe, pero en un primer momento digo y siento la palabra “estábamos”) en un lugar de dos plantas, algo parecido a un restaurante, (revestimientos y aberturas de madera, calidez) y teníamos que salir pero no se podía porque había demasiada gente. Este suceso lo relaciono directamente con dos cosas. Anoche, al terminar la clase de teatro, mi hermano fue a buscarme. La profesora hablaba y todos la escuchábamos en silencio, mi hermano abrió la puerta y yo me fui, buscando el momento para decir “chau gente, hasta el miércoles.” En el sueño también parecía que había que buscar un hueco para salir de ahí. Hueco. Esa palabra me trae algo a la mente que todavía no puedo definir. De donde viene el hueco. La primera asociación se refiere a un hueco en el pecho, el esternón, con el que laburamos en la clase de ayer. Un hueco, un dolor, una angustia. Pero no, parece venir de antes, tal vez más adelante me de cuenta. Sigo. El restaurante apareció en el sueño, seguramente también, debido a que mi hermano me pasaba a buscar para ir a comer con Hugo, mi vieja, la hija de Hugo, Georgina y su novio Manca en un resto-bar Capo di Capi, sobre la avenida Pellegrini con motivo del cumpleaños de Hugo. Dije Hugo tres veces en un renglón. Pero es inevitable volver a los huecos. La otra imagen es Castaneda. Don Juan le pide que en medio del monte, trate de percibir los huecos y entonces Carlos percibe en el sonido, huecos. Pero no, acá hay más, que pena que la censura está actuando. El sueño, tomaba color, porque cuando “salíamos” del restaurante, pasando por unas escaleras llenas de gente también, yo tomaba conciencia de quien era la persona que me acompañaba. Creo que nos íbamos a una parada de colectivo o una pequeña terminal (anoche mi hermano hizo una referencia, lo anoto para volver sobre esto) Una imagen recordada ayer por mi vieja: Cuando vivíamos en San Juan yo me levantaba a la mañana y ponía el agua a calentar para tomar un té antes de que llegara el transporte escolar que venía buscarnos. Ya que vamos por el pasado, recuerdo que a ...... (¿debo aclarar quien es? Igual, no es la misma de los primeros puntos suspensivos) le parecía una locura que yo hiciera eso porque tenía 9 años, y que en realidad mi vieja era la que debía levantarse. Más allá de que en algunos momentos de mi vida he sentido que debía cuidar a mi vieja, no tengo malas sensaciones de aquella época pero tampoco demasiado precisas (¿huecos?). Y estábamos en la pequeña terminal, con la persona con la cual salimos del restaurante (energizante) que resultaba ser una persona de la antigüedad, (....) Desde principios de año que no la veo, aunque creo que hace unos días, charlando con el Mono, nos referimos a ella, aludiendo a sus mofletes. En esa pequeña terminal, entonces, nos besábamos de un maravilloso modo, mucha lengua, mucha saliva, mucha calentura. Le pasaba la mano por las tetas y le metía la mano en la concha (nunca mejor expresado esto). Después nos subíamos a un colectivo. Recuerdo que subíamos por la parte de atrás. Son imágenes muy confusas las que siguen. Mis manos pagando el boleto, un guarda (como en brasil), un molinete, las ventanillas sucias. No más. Y ahora dos cosas pendientes (dos huecos). La primera que en el texto del 8 de marzo hay una referencia al otoño, y hoy escribo con el otoño recién salidito de su cueva (otro hueco más y el verdadero sigue sin aparecer). La otra, en un comentario de mi hermano ayer. Georgina, comentaba algo relacionado a que cuando viajaban en auto (creo que esto era así, tal vez es lo que entendí) ella se quedaba dormida, y hasta cerca de los catorce años, el padre la bajaba en brazos y la levaba hasta la cama. Mi hermano, hizo un chiste. Contále vos (diciéndole a mi vieja) cuando nos levantabas a la mañana y nos metías en la ducha fría y nos hacías poner los guardapolvos, encima ibamos a la escuela a la tarde y nos mandabas a la parada de colectivo, enfrente de la 550 (nuestra escuela) y nos dejabas ahí hasta el mediodía. Parada de colectivo, huecos, ex - novias, madre (nunca falta), sexo, teatro.
Hoy es uno de esos días de sueño, tremendo sueño y ganas de dormir hasta mañana, aunque sean las cuatro de la tarde. Y es un día de recuerdos y memorias que aparecen en el presente a través de actores del pasado. También actores que hace tiempo están y que (supongo) seguirán estando toda la vida.
Tal vez, en los inicios de los primeros fríos otoñales (aunque aún no ha comenzado calendariamente) me sorprenden sensaciones o pensamientos nostálgicos y de golpe todo vuelve. Me llamó ....... (aunque en el último tiempo lo venía haciendo) y me dijo algo relacionado a que todavía se acuerda mucho de mí, que sueña conmigo y que me extraña. 22 de Marzo (es evidente que no puedo retomar el diario)
Sin embargo, cuando abrí este documomentito de Word, descubrí una similitud. El sueño de anoche hablaba del pasado. Estábamos (nunca sé quienes, pero no estaba solo, después, más adelante se sabe, pero en un primer momento digo y siento la palabra “estábamos”) en un lugar de dos plantas, algo parecido a un restaurante, (revestimientos y aberturas de madera, calidez) y teníamos que salir pero no se podía porque había demasiada gente. Este suceso lo relaciono directamente con dos cosas. Anoche, al terminar la clase de teatro, mi hermano fue a buscarme. La profesora hablaba y todos la escuchábamos en silencio, mi hermano abrió la puerta y yo me fui, buscando el momento para decir “chau gente, hasta el miércoles.” En el sueño también parecía que había que buscar un hueco para salir de ahí. Hueco. Esa palabra me trae algo a la mente que todavía no puedo definir. De donde viene el hueco. La primera asociación se refiere a un hueco en el pecho, el esternón, con el que laburamos en la clase de ayer. Un hueco, un dolor, una angustia. Pero no, parece venir de antes, tal vez más adelante me de cuenta. Sigo. El restaurante apareció en el sueño, seguramente también, debido a que mi hermano me pasaba a buscar para ir a comer con Hugo, mi vieja, la hija de Hugo, Georgina y su novio Manca en un resto-bar Capo di Capi, sobre la avenida Pellegrini con motivo del cumpleaños de Hugo. Dije Hugo tres veces en un renglón. Pero es inevitable volver a los huecos. La otra imagen es Castaneda. Don Juan le pide que en medio del monte, trate de percibir los huecos y entonces Carlos percibe en el sonido, huecos. Pero no, acá hay más, que pena que la censura está actuando. El sueño, tomaba color, porque cuando “salíamos” del restaurante, pasando por unas escaleras llenas de gente también, yo tomaba conciencia de quien era la persona que me acompañaba. Creo que nos íbamos a una parada de colectivo o una pequeña terminal (anoche mi hermano hizo una referencia, lo anoto para volver sobre esto) Una imagen recordada ayer por mi vieja: Cuando vivíamos en San Juan yo me levantaba a la mañana y ponía el agua a calentar para tomar un té antes de que llegara el transporte escolar que venía buscarnos. Ya que vamos por el pasado, recuerdo que a ...... (¿debo aclarar quien es? Igual, no es la misma de los primeros puntos suspensivos) le parecía una locura que yo hiciera eso porque tenía 9 años, y que en realidad mi vieja era la que debía levantarse. Más allá de que en algunos momentos de mi vida he sentido que debía cuidar a mi vieja, no tengo malas sensaciones de aquella época pero tampoco demasiado precisas (¿huecos?). Y estábamos en la pequeña terminal, con la persona con la cual salimos del restaurante (energizante) que resultaba ser una persona de la antigüedad, (....) Desde principios de año que no la veo, aunque creo que hace unos días, charlando con el Mono, nos referimos a ella, aludiendo a sus mofletes. En esa pequeña terminal, entonces, nos besábamos de un maravilloso modo, mucha lengua, mucha saliva, mucha calentura. Le pasaba la mano por las tetas y le metía la mano en la concha (nunca mejor expresado esto). Después nos subíamos a un colectivo. Recuerdo que subíamos por la parte de atrás. Son imágenes muy confusas las que siguen. Mis manos pagando el boleto, un guarda (como en brasil), un molinete, las ventanillas sucias. No más. Y ahora dos cosas pendientes (dos huecos). La primera que en el texto del 8 de marzo hay una referencia al otoño, y hoy escribo con el otoño recién salidito de su cueva (otro hueco más y el verdadero sigue sin aparecer). La otra, en un comentario de mi hermano ayer. Georgina, comentaba algo relacionado a que cuando viajaban en auto (creo que esto era así, tal vez es lo que entendí) ella se quedaba dormida, y hasta cerca de los catorce años, el padre la bajaba en brazos y la levaba hasta la cama. Mi hermano, hizo un chiste. Contále vos (diciéndole a mi vieja) cuando nos levantabas a la mañana y nos metías en la ducha fría y nos hacías poner los guardapolvos, encima ibamos a la escuela a la tarde y nos mandabas a la parada de colectivo, enfrente de la 550 (nuestra escuela) y nos dejabas ahí hasta el mediodía. Parada de colectivo, huecos, ex - novias, madre (nunca falta), sexo, teatro.
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